martes, 6 de abril de 2021

REMORDIMIENTOS Y PERDON


Alguien me contó que San Agustín, después de su conversión, hizo una revisión de su historia, para analizar su proceso y los pecados que cometió durante su vida, desde su niñez hasta su vida adulta.

Yo he hecho una revisión similar de la mía, desde mi primer recuerdo. 

Mi proceso de conversión tiene un punto de inflexión bien definido, hay un antes y después de mis 12 años. 

Los 12 años, fue el año en que me bautice, el año en que mi vida recobró el sentido. No necesariamente porque haya tenido un efecto sobrenatural, si no, porque fue mi primer acercamiento formal al concepto de lo bueno, lo malo y de la representación de un ser superior, que está sobre todo y al que pertenece todo.

La idea de la existencia de un ser omnipotente me dio una sensación de pertenencia, de esperanza y desde ese momento comenzó un proceso de cambio.

En términos generales, mi punto de inflexión, mi conversión, fue como el inicio de un camino desde la desesperanza hacia el sentido. 

Van 10 años desde mi primer pensamiento escrito analizando mi historia, 297 en total, contando este pensamiento que representa liberar fantasmas, perdonarme.

Me parece increíble mirar todo el proceso

- Reconocer mi hoy, desvelar mis bases (2011-2012)

- Conflicto de sentido, freno al segundo ciclo de mi vida (2013-2014)

- Investigación del sentido, qué es ser (2015-2016)

- Transición, construcción de nuevas bases y creencias (2017-2018)

- Descubrir la nueva realidad, enfrentarse a lo nuevo (2019)

- Liberar fantasmas, perdonarme, mis debilidades, lo nuevo (2020-2021)

Liberar fantasmas, perdonarme

Un objetivo de este pensamiento es la búsqueda de paz respecto de mis propias acciones negativas antes de mis 12 años.

Antes de mis 12 años, yo había sido corrompido, los espacios de cariño, de inocencia, habían sido llenados con desesperanza y con odio. 

De ese tiempo, hay dos situaciones, de las que me arrepiento profundamente, que desearía que no hubieran ocurrido, son situaciones que me hacen repudiar a la gente que creó ese yo antes de mis 12 años.

Una es de daño, otra de desilusión.

Daño

Hice daño a un par de personas de las que no recuerdo sus nombres ni conozco sus destinos, son inciertas las consecuencias que pudo haber tenido mi influencia negativa de ese tiempo.

Desilusión

Habían dos personas con las que me sentía cómodo y aceptado en esa época, ninguna era familiar, y de una de esas personas, tengo uno de los recuerdos más tristes, su expresión de tristeza con la desilusión que le cause.

Tuve suerte de que mi conversión fuera siendo niño, eso limitó el tiempo en que hice daño.

Me gustaría pedir perdón a esas personas, quizás en algún momento se dé la ocasión, si por alguna razón los caminos se cruzan. Eso se lo dejaré al destino, lo que es bueno para mí, no necesariamente lo es para otros. Dios sabrá qué hacer con las historias. Hace tiempo aprendí que cada persona debe hacer las paces con las consecuencias de su propia historia, sean o no de su responsabilidad.

Por ahora, necesito perdonarme yo, al menos de manera abstracta, lo que necesito básicamente, es entender que mi yo antes de los 12 años, fue una versión corrompida por gente inescrupulosa e ignorante, que queriendolo o no, me llevaron al límite de lo que podía soportar emocionalmente, me quebraron emocionalmente, me llenaron de odio y mis acciones negativas fueron el reflejo exclusivo de eso. 

No obstante, a que de alguna forma en ese contexto fui un objeto, me arrepiento profundamente y pido perdón por las acciones de ese yo, que alguna vez existió.

Adultez

Existe un daño colateral que trascendió a ese tiempo. Para evitar estar constantemente vulnerable a mi entorno tóxico y limitar la tristeza que sentía. Hice un cierre de mis emociones, me convencí a mí mismo de que no necesitaba el cariño de nadie y como en ese tiempo efectivamente no había nadie que verdaderamente me quisiera, nunca practiqué el cariño, nunca practiqué la nostalgia de alguien, son emociones que aun hoy no logro desarrollar bien.

El daño colateral de eso lo tuvo mi hijo, no logré resolver a tiempo mis limitaciones, durante toda su niñez y parte de su adolescencia, no tuvo el soporte emocional de un padre presente, que lo guiara, que lo entendiera, que jugara con él, que le diera cariño, así que, en algún grado, no logré romper el ciclo.

Cada vez que escucho la risa ingenua de un niño, pienso en lo que perdí de mi hijo y en el daño de mi ausencia.

De esto ya le pedí perdón a él directamente, no obstante a eso, el daño está, no se puede devolver el tiempo.

Hay cicatrices que sirven para crecer, y para mí esta es una de ellas, para recordar lo que es importante.

Esos son mis malos recuerdos tangenciales, creados por mí, resultado de las historias de pellejerías que viví en todo lo que ya he escrito a lo largo del tiempo. Durante años estuvieron pesando en mi conciencia, hasta ahora que llegó el momento para liberarlos, para que se unan con todas las demás experiencias y se conviertan en algo útil para compartir y ojalá ayudar a otros.

Esto era lo último que me faltaba expresar relacionado con mis pellejerías antes de mis 12 años.

Desde ahora debería ser todo nuevo.

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