lunes, 11 de septiembre de 2017

DISCAPACIDADES



Mucho me ocurría, ahora ya menos intenso, que al ver alguna persona con discapacidad, sobre todo intelectual, me generaba una tristeza profunda, específicamente, una mezcla entre compasión y tristeza.

Compasión por su limitación para comprender el mundo que lo rodea y tristeza porque sentía que el mundo era un lugar violento, agresivo en donde seguramente gente inconsciente abusaría de su inocencia.

Hoy la sensación también está dividida entre tristeza y compasión, tristeza por las pellejerías que tienen que pasar, pero mucho menos intensa, ya que hoy no veo el mundo solo como un lugar violento y agresivo, veo también gente increíble y bondadosa que se preocupa y que ayuda al que lo necesita, hay también de lo otro, pero sin duda, es más la gente increíble.

La compasión de hoy también es un poco distinta, tiene que ver más que nada con la dificultad que existe en Chile para vivir "bien", ya que para una persona con discapacidades mentales es muy difícil encontrar un buen trabajo, así que el disfrutar su vida en plenitud seguramente es algo complejo de alcanzar.

Antes era solo mi propia proyección del mundo la que desencadenaba esa pena profunda que sentía al verlos, hoy creo que estoy sintiendo yo.

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