Ampliando la Casa

Incomunicado es como me siento frecuentemente en este último tiempo, reconozco esa sensación en el pasado, ya más de una vez la he vivido, es cuando llega el momento de abrir otra puerta y aventurarse a conocer nuevos mundos, avanzar en eso desconocido para encontrar a esos que tienen el decodificador de tus palabras.
Por suerte hoy ya sé de qué se trata esta angustia, este pesar, ya no serán años de investigar qué es eso que necesitas para volver a ese agradable equilibrio entre espiritual y práctico. Por suerte también descubrí que no es necesario que todos hablen el mismo idioma, simplemente es ampliar la casa, hacer una habitación más.

Pertenencia, soledad, incertidumbre y esperanza

A veces siento el peso de la soledad, la nostalgia de la conexión, de pertenecer. Y al mismo tiempo siento que estoy en el lugar que debo.

Y me pregunto ¿Qué sería de mi si perteneciera?, y me respondo, probablemente me sentiría como antes, incompleto, esperando un algo que no llegaría si no lo busco y me veo nuevamente lanzándome sobre los mismos pasos. Y es ahí donde siento que me muevo, en el limbo entre lo uno y lo otro. Deseando que la vida fuera eterna para no pagar el precio de la elección.

¿Qué será lo que me depara el futuro?, entonces, recuerdo a Dios y me respondo, ¿Quién sabe?, seguramente algo arreglará como siempre, para que luego mirando atrás todo tenga sentido.